Tarde de otoño, caminando por las calles tranquilas.
Mi pequeño Augusto hizo un hallazgo: un trozo de madera viejo, con algunos hierros y tornillos oxidados.
Inmediatamente, como no podía ser de otra manera vimos lo que había que ver ¡un caballo!
Pero era sólo la cabeza, claro. Así que tuvimos que conseguirle un cuerpo, también de madera vieja y usada, por supuesto.
Ahora, sólo quedaba ponerse a trabajar. Desarmar, limpiar, lijar, pintar, volver a armar, atornillar...
Y así quedó, este caballo de madera, obra de Augusto, de Santiago y mía, claro.
Un nuevo habitante para mi Casa en el Árbol.
9 comentarios:
Aaaaaaah! me muero de amor!
Es lo que se llama el arte, un abrazo.
Mir, Luis, una alegría que pasen por acá. Gracias!
Abrazo.
Hermoso de verdad. En las fotos aparece como un caballo colosal.
¡Gracias Gustavo!
El tamaño, ya ves, un poco más alto que el escalón y las macetas :)
Buenisimo Ale... me encanta... Mis hijas fliparian con uno así...
Saludos
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¡Si! Los míos, además de colaborar en el armado, cada tanto, cuando andan por mi taller, lo toman prestado para sus juegos :)
¡Requete lindo! Esos pedazos de cosas que se encuentran tiradas por ahi son tesoros puros!
¡Gracias, Mey! Si, así es. Y es como un juego encontrarlas y descubrir que secretos viven en ellas.
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